El miércoles fui al Bellas Artes bilbaíno y vi la exposición de 82 obras de Lazkano. La mayoría eran del propio museo, y luego aparecían de obras arquitectónicas famosas. Yo reconocí la casa de la cascada de Frank Lloyd Wright (porque había visto una muestra de él en el Guggenheim), y tuve la suerte de que mi amiga estudiante de delineación había hecho una maqueta de la Casa Farnsworth de Mies van der Rohe. Así me pudo explicar la historia de la casa y particularidad arquitectónica. Estaba extasiada con la obra. Después no extasiamos juntas con la capacidad pictórica de Lazkano.
Como las obras de los clásicos, sus obras de gran formato cobraban fuerza desde la distancia.
Su mar y su cielo, sus reflejos del cristal, su capacidad de representar diferentes texturas sin apreciación de pegotes en el lienzo, sus difuminados y nieblas. Algo maravilloso de ver para una que hizo Bellas Artes y ahora delinea, y otra que quería lo primero, pero hizo periodismo y pinta figuritas en sus ratos libres.
Espacios desiertos (sin personas) donde la estructura y la naturaleza cobran un protagonismo que te deja mudo de asombro.
Y después, los "bocetos", los mismos cuadros en pequeñito, que te dan ganas de llevártelos a casa; y te llaman la atención por no ser bocetos, con poca definición y sin acabar; sino que es la misma obra de arte en pequeñito.
También puedes apreciar una pequeña muestra de objetos japoneses que necesitarían una guía o mayor información expuesta. Lo increíble es que llevan en el museo desde 1953 y ahora lo han puesto en un pequeño espacio.
Un buen motivo para salir de casa aunque haga frío.
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