Yo creo que una sonrisa siempre te abre puertas, tratas así como recibes así que mejor ser el primero en tratar bien¡¡¡.
Más moscas se cazan con miel que con vinagre.
Recientemente he tenido que pasar mucho tiempo en un hospital, y en esa situación de vulnerabilidad es cuando más aprecias unas palabras de apoyo, compasión y preocupación. Ahí puedes distinguir mucho más cómo nos comportamos las personas, porque somos cada uno de una forma y eso se aprecia de foma más agudizada si estás bajo una tensión emocional.
Diferencias cada trato y alguno te remueve y otro te proporciona una sensación cálida.
A esas personas que están siempre (casi por supuesto) con una sonrisa en la boca, gracias; y pretendo seguir el ejemplo (últimamente me estaba volviendo más seria).
A aquellas que todavía no han descubierto que con quienes hablan también tienen sentimientos y hacen prevalecer los suyos propios, habrá que animarles a ver "el otro lado". A ser posible con sentido del humor, que siempre entra todo mejor, y acompañado de una sonrisa, más.
Y si casualmente son de esa especie, que probaron la prepotencia para salirse con la suya y les fue saliendo bien y se mantienen ahí, pues habrá que pararles un poquito. No os molesteis mucho, porque total no lo van ni a ver ni a entender, pero sí comprenderán que por el camino brusco e impositivo no ganarán nada. Quizás con suerte traten a los demás como les gustaría que les tratarán a ellos.
"La bondad es el principio del tacto,
y el respeto por los otros es la primera condición para saber vivir".
Una Historia vista en el
Foro de Telecinco, la encontré porque me gustó la foto que va seguido:
"¿Cuánto vale una sonrisa? ¿Un centavo? ¿Un dólar? ¿Un millón? Bueno, algo tiene que valer ¿verdad?
Desde luego que sí, pero sin duda nadie podría fijar el precio de una sonrisa. ¿O tú crees que podrías hacerlo?
La verdad es que colocarle precio echaría inmediatamente a perder su valor.
Sin embargo, a veces una sonrisa es muy valiosa.
Hace muchos años, en una de las calles más pobres de Nueva York, vivía una jovencita llamada Ana. Tenía once años de edad y su alegre carita a menudo hacía brillar un rayo de felicidad en la vida de mucha gente triste que la veía pasar por la calle.
Cierto día Ana asistió a un programa de niños en cierta iglesia cercana. Había estado allí muchas veces en algunas reuniones. Pero esta vez ella misma debía tomar parte en un programa. Puedes imaginarte cuán felíz se sentía.
Ahora bien, sucedió que entre el público se hallaba un médico bien reconocido. Era una de las personas que aportaba monetariamente a la obra de la iglesia. Nunca se sabrá si ese día se sentía solitario o triste, pero de alguna forma su corazón fue tocado mientras contemplaba la carita sonriente de Ana.
De pronto, la niña se volvió y mirándolo directamente, sonrió. El hombre pensó que nunca había visto nada tan hermoso como esa sonrisa. Cuando volvió a su hogar, se sentía más feliz y mejor que antes.
Ese médico jamás olvidó esa sonrisa. Vivió en su memoria cada día de su vida, hasta que la muerte le cerró los ojos.
Cuando se leyó su testamento, los ejecutores del mismo se asombraron al ver que había dejado todo su dinero - y se trataba de un individuo muy rico - no a sus parientes, porque no tenía ninguno; ni a un hospital ni misión, como podría haber hecho. Pero, según lo decía en sus propias palabras su testamento, "a los que me han dado felicidad durante mi vida".
En la lista estaba el nombre de Ana, la jovencita que le había sonreído en el programa de la iglesia hacía 20 años. ¡Le dejó 150,000 dólares!
Pensemos en eso: ¡150,000 por una sonrisa! Casi puedo oir que dices: "¡Quisiera que mis sonrisas tuvieran ese valor!". En realidad son valiosísimas, pero no necesariamente en dinero.
Piensa en la felicidad que significan para tu mamá y tu papá. Tus sonrisas les ayudan a llevar más fácilmente sus cargas y también los hace vivir más tiempo. ¿No vale eso algo?
Las sonrisas hacen que las ruedas de la vida familiar se muevas muy suavemente. Mientras que los malos ratos, las caras agrias y los disgustos son como arena, que con su aspereza causan muchas dificultades.
Suponte que un día le sonríes a alguna persona que se siente muy triste y desanimada y que tu sonrisa la hace también sonreír a ella; ¿cuánto vale ese gesto?
Probablemente nunca lo sepas, pero para esa persona podría significarlo todo; un cambio decisivo de dirección en el oscuro y solitario sendero de su vida.
En nuestros días hay mucha gente así, que han abandonado toda esperanza de que alguien les sonría nuevamente".