Si te relajas hasta conseguir la conciencia de ti mismo mientras estás en medio de una multitud, es posible que sientas cómo reacciona la gente que está cerca de usted, aún cuando ellos note estén tocando físicamente ni hablando contigo, o aún cuando ni siquiera sean conscientes de tu presencia. Quizás te sientas atraído por algunos, pero incómodo con otros. Parte de esta reacción instintiva es explicada por señales no verbales, a menudo inconscientes. Nuestras reacciones hacia la gente se basan profundamente en gestos, expresiones faciales, la manera como se colocan, visten o mueven. Pero más allá de estas respuestas, nos comunicamos a un nivel más profundo, de espíritu a espíritu, y una vez más normalmente de manera inconsciente. Esto lo hacemos en gran medida a través de las sensaciones que nos llegan cuando nuestra propia aura entra en contacto con otra.
Ese sencillo ejercicio te ayudará a desarrollar la conciencia de tu propia aura.
Siéntate confortablemente con el cuerpo en equilibrio, la espalda recta, los hombros relajados y la cabeza en línea con la columna.
Toma conciencia de tu cuerpo, siente los puntos con los que tocas el suelo, y entonces haz que tu conciencia vaya subiendo por tu cuerpo. Mientras lo haces, permita que tu mente se centre en todas las partes de tu cuerpo, sintiendo la presencia y las sensaciones que fluyen de éste con tanta intensidad como puedas.
Si aprecias algún tipo de incomodidad, muévete hasta que encuentres la posición en la que te sientas más cómodo. Si notas que aparecen tensiones en los músculos, permítete ser consciente de ello y entonces, de forma consciente, deja que desaparezcan, permite que tu cuerpo se relaje.
Cuando estés satisfecho/a de que todo tu cuerpo se siente bien y en equilibrio, conserva la sensación por un momento, sintiéndote tu mismo/a centrado/a dentro de tu cuerpo.
Toma conciencia de tu respiración, que deberá ser pausada y uniforme y que no debe causarte ningún esfuerzo.
Permita que tu conciencia vaya más allá de tu cuerpo hasta el área inmediata de alrededor, unos centímetros más allá de su piel. Trabajando nuevamente de abajo a arriba, siente cualquier obstrucción o área de incomodidad en la energía áurica cercana a tu cuerpo, igual que hiciste con tu cuerpo físico. Si descubres un área problemática de ese tipo, intenta liberar la tensión como has hecho anteriormente con tu cuerpo.
Cuando hayas escaneado y procesado esta parte del aura, lleva tu conciencia más lejos de nuevo. Siente los límites de tu campo áurico, busque el punto en el que tu propia energía interactúa con los campos de energía de la gente o las cosas que te rodean. Toma conciencia de las sensaciones producidas por la interacción, tanto si son agradables como si son desagradables, débiles o fuertes, atractivas o repelentes.
Cuando sientas que ya hayas explorado esas sensaciones bastante tiempo, centra de nuevo la atención en tu cuerpo. Toma conciencia de tu vida, tu estado físico respiratorio, de tu propia conciencia centrada dentro de él, y de tu sólida presencia con el entorno.
Con este ejercicio puedes desarrollar la conciencia de las diferentes capas de la realidad, descubrir cómo interactúan entre ellas y cómo nos afectan y les afectamos.
En la vida diaria también apreciarás eso, al fin y al cabo respiramos la esencia de los que están a nuestro alrededor, sientes cómo hay tensión o alegría en un ambiente, y que hay personas con las que te sientes más a gusto.
Cada vez que te sientas alterado, o notes una opresión en el pecho es tiempo de que realices este ejercicio de luz dorada saliendo de tu plexo solar.
Cuando sentimos algo negativo, la reacción de nuestro chakra de expresión es cerrarse o bloquearse para proteger la energía interna. Es la sensación común de opresión en el pecho.
Vamos ahora a probarlo y podrás usarlo cuantas veces quieras en la vida diaria.
Respira profundamente, siente que la energía luminosa entra con cada inspiración y cómo expulsas los problemas o pensamientos negativos con la expiración.
Respira suave y tranquilamente unos minutos...
Ahora observas una esfera de luz dorada situada encima de tu cabeza, te pones recto y alineado con ella. La esfera se introduce por tu coronilla y te va llenando de arriba abajo. Notas como todo tu ser está lleno de energía dorada. Ahora visualizas como de tu pecho sale esa luz, y cómo te envuelve en una burbuja de protección. Es una luz amarilla que te llena de fuerza y luz, dulce energía amorosa.
La mantienes así, cuando no la notes puedes volver a invocarla, también si sientes que se va debilitando, con ella te sientes más centrado en ti y seguro en tus decisiones.
Meditación del aura extraída de : El sendero del druida de Philip Shallcrass, pag 41en edición de bolsillo de Ed. De Vecchi.
sábado, 4 de septiembre de 2010
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